8 de Marzo: Nadie hablará de nosotros cuando estemos … vivas, ni muertas

 

desigualdad
La ansiedad con que algunos en esa semana se entregan a defender «supuestamente» algunos derechos de la mujer me escama sobremanera. Que los temas de igualdad son un instrumento político y en algunos casos económico -no hay que quitar la vista de algunas empresas que quieren hacer del tema «Mujer» un negocio- , no es un secreto.

Ahora el tema del aborto, por ejemplo, es piedra de discusión entre la derecha y la izquierda, y lo que no se dan cuenta algunas y algunos es que en todo este zafarrancho, la mujer, las mujeres no somos más que el campo de batalla.

Desde luego, salvo en esta semana, o como mucho la que viene, no veo a estos defensores, que ahora están tan entusiasmados con el tema del aborto, pues que duda cabe, que son votos fáciles para la contienda europea, ni minimamente preocupados por lo que de verdad nos sucede, como por ejemplo la tremenda desigualdad salarial a la que estamos sometidas, la desigualdad en el acceso a los puestos de dirección, la ausencia casi completa de los centros de mando de las empresas públicas o privadas, los horarios leoninos, unos horarios que nos impiden ya ejercer el derecho a la maternidad, un tema que está haciendo que las españolas dejemos de tener hijos, o por lo menos los hijos que queremos o la publicidad sexista con la que las televisiones nos bombardean cada día…

Son muchos los ejemplos, muchísimos, y no encuentro que estos defensores circunstanciales de la causa «mujer» levanten excesivamente la voz, bueno salvo en el tema del aborto, que parece que vende mucho eso del el derecho a decidir sobre nuestro propio cuerpo. Por supuesto que quiero decidir sobre mi propio cuerpo, pero antes, mucho antes, lo primero que quiero decidir es sobre mi propia vida. Quiero ganar igual que los hombres con los que me siento a trabajar cada día, quiero tener la posibilidad de llegar a la dirección de la empresa sin ser una mera consejera decorativa para acallar las conciencias y dar mejor imagen, que es lo que hasta ahora sucede; y llegar a las direcciones que tienen poder de decisión, y no a aquellas que le llaman «marías», el único hueco que hasta ahora nos dejan los hombres. No quiero lo que sobra, quiero lo mismo, quiero una corresponsabilidad con el varón, y un horario que me permita desarrollarme profesionalmente, tener tiempo de ocio y atender a mis hijos y a mis mayores, quiero poder tener hijos sin tener que abandonar mi carrera por la maternidad o la crianza, o que se vea frenada por ese hecho, porque ser madre, además de un derecho, es una función social de las mas importantes para perpetuar la sociedad y hacerla sostenible.

No escucho en esos discursos reivindicativos de esos que esta semana se aprestan a hablar de nosotras y por nosotras, nada de eso. El sábado se conmemorará el día de la Mujer, y probablemente, vamos estoy segura, que todo lo que llegue a mis oídos girara sobre el proyecto de ley del aborto, y todos estos temas, que os he enumerado antes ,que son los que verdaderamente importan, porque son los que determinan la desigualdad en la que vivimos sumidas, quedaran opacados por cuatro eslóganes y muchos gritos, y eso si mucha palabra, mucha palabra pero pocos hechos.

El día 9 todo volverá a ser igual, igual para ellos, y desigual para mi y para todas las mujeres de este país, pero algunos habrán hecho caja para las elecciones europeas o caja para sus propios bolsillos, que de todo hay. ¿Sabéis a costa de que? De el derecho a decidir sobre nuestras propias vidas. Sin igualdad no hay derecho a nada, los desiguales, las desiguales, van en inferioridad siempre de condiciones, así que cuando vea a esos adalides convenientes y coyunturales batirse el cobre por lo que de verdad nos sucede a las mujeres, por la desigualdad patente y manifiesta que cada día se materializa en el trabajo y la vida de cada una de nosotras, entonces creeré que piensan en nosotras, en las mujeres, y no en su propio mantenimiento en el poder o en la manera de alcanzarlo a costa de cualquier cosa, incluido este tema sagrado para mi, para las mujeres, pero banal, superfluo y sustituible para ellos.

Que nada nos distraiga, que nada nos desuna, porque mientras no tengamos claro eso, el año que viene por estas fechas, tal vez tengamos una ley del aborto de plazos o supuestos, tal vez, pero lo que es seguro es que seguiremos siendo desiguales, y que salvo el derecho al voto, y alguna que otra minucia más, todo seguirá en la misma linea, una linea quebrada y descendente donde en la parte más baja del gráfico están las mujeres y en la más alta, seguirán estando los hombres.

Son las 7 de la tarde. No llueve en Pozuelo y la temperatura exterior es de 16 grados. Nadie hablará de nosotras cuando estemos vivas… aunque tampoco muertas... a los hechos de violencia de género me remito, con ese informe tan «bonito» de la Unión Europea, del que algunos diarios se han apresurado a sacar titulares, y en el que dice que España es uno de los países con menor porcentaje de mujeres que sufren violencia de género… lo que no dice el informe es que aquí, en España, aun muchos de estos hechos de violencia no se denuncian… o se silencian… o se esconden… porque aun hay muy pocas garantías, porque cuanto mayor es la desigualdad menos se denuncia, o no os habéis preguntado alguna vez que pasa con una mujer que vive en un pueblo de 1500 habitantes cuando después de recibir una paliza o ser insultada por su pareja se atreve a ir a ver al municipal o al guardia civil a contárselo y poner una denuncia… Pues haceros esa pregunta y ya veréis la respuesta que os pasa por la cabeza: Angustiosa…

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