23-F o Mentiras Arriesgadas

Dentro de  dos días será 23 de febrero. Tal vez podría ser un día como otro cualquiera, pero no lo es. Tal vez deberíamos recordar que el 23 de Febrero se cumplen años de la muerte de Antonio Machado, pero seguramente andaremos distraídos con otra conmemoración: 30 años de un montaje.

Personalmente nunca creí en el golpe del 23-F, tal vez porque lo viví de muy de cerca, tal vez porque soy una escéptica, tal vez porque por esa época “algo olía mal en Dinamarca”. No creo en esa teoría mundial de la conspiración, pero es obvio que se conspira y se conspira mucho, y en aquellas épocas conspirar estaba a la orden del día, así que parece ser que los poderes fácticos, si esos que están detrás de la tabaiba, y que seguramente todo lo manejan y terminan moviéndonos como marionetas, no creían que ni la transición ni la monarquía estuvieran suficientemente consolidadas, y había que hacer algo y había que hacerlo pronto.

Las misiones principales de ese golpe de opereta eran varias. A saber, atornillar bien el trono de los Borbones en España, ya que su popularidad por esas fechas había bajado bastante, procurar una entrada en la OTAN limpia y sin sobresaltos (la más importante), y por supuesto si se hacia desde la izquierda mejor que mejor, así que había que convertir a Juan Carlos en un rey creíble, voltear esa corriente de opinión, aplastantemente mayoritaria, que lo miraba como la materialización evidente de que todo estaba “atado y bien atado”, aplacar a una oposición aburrida de esperar la muerte biológica de la dictadura, y preparar el inevitable acceso al poder de una opción presentable y maleable ante un pueblo hambriento de libertades. No hay que olvidar que ahora vemos las cosas de otra manera, pero que entonces el pueblo recordaba perfectamente que Don Juan Carlos había sido educado por el bunker del régimen a la vista de todo el mundo, bajo la tutela directa de Fernández Miranda, poco sospechoso de demócrata y,  había jurado los principios generales del movimiento, en una ceremonia que el NODO y la televisión llevaron hasta el último rincón de España.

 El tema resulto mucho más fácil de lo que se pensaba en un principio, ya que basto ciertos toques de atención sobre un grupo de salvapatrias de tres al cuarto, por supuesto entre los que se encontraba Tejero, Milans y otros chiquilicuatres, con grandes ansias de poder y un buen regusto fascista, para que entraran como borreguitos en una trama, en la que ellos por supuesto, también eran marionetas de este “teatrito de Invierno”. Por supuesto detrás de todo esto había gente muy especializada en montar pollos de este estilo, ni mas ni menos que los encargados de la puesta en escena, fueron los mismos que habían actuado en Grecia cuando el golpe de los coroneles, y como lo habían hecho bien y limpiamente, también se les encargo este trabajito.

El clima social de principios de los ochenta era digamos que asfixiante, los atentados y secuestros de los distintos servicios de inteligencia, bandas terroristas o señores particulares, llevaron, lo que ahora se llama crispación, al paroxismo. Los viejos demonios familiares españoles parecían dispuestos a salir a las calles a matarse a tiros como ya había ocurrido no tanto tiempo atrás.

A Antonio Tejero se le vio desde el principio como el hombre idóneo para que protagonizara la película. No se si recordareis, que unos meses antes del golpe, se desentramo por parte de los chicos de Pedro José, esa trama golpista de cafetería, llamada operación Galaxia, formada por militares ultras que no se escondían y que desde periódicos como El Alcázar o el Arriba, lanzaban a diario amenazas golpistas.

Así que como decía antes, el reparto estaba bastante claro, no obstante Perote ¿Se acuerdan de Perote? (menudas secuelas, aun dicen por ahí que hubo que quemar un edificio para tapar ciertas cosas de este tipo), sugirió, porque por supuesto también estaba en el ajo, otros, tales como Armada, De Santiago, Milans o Topete. Tejero pico fácilmente, solo había que echar el anzuelo y tirar del sedal, y entro en la trama como una ovejita mora. Carres y otros otros salvapatrias también entraron fácilmente, se les hablo de eso de salvar a España, y del peligro de los rojos, y no hubo mucho problema.

Pero había que tocar también el lado civil del asunto y ese era mucho más delicado, pero poco a poco también se fueron perfilando las actuaciones y llegaron a buen fin. Por el PSOE, el interlocutor fue Múgica, y por Alianza Popular, un abogado llamado Argos. Las primeras reuniones se celebraron en Madrid, y no en Lérida,  como muchos han contado, de las que por cierto circulan varias grabaciones, que si te mueves bien te las dejan escuchar, pero eso si no copiar. Luego fue mejor sacar esas reuniones de la capital, y es cuando entran en juego los viajecitos a Lérida,  pues no parecía seguro, no fuera a ser que Pedro José, que siempre andaba rondando se entera de más de lo que debía.

El único problema fue Suárez. No entro en el juego, no estaba dispuesto a jugar esa partida, así que presento la dimisión, y ese fue el único momento en el que estuvo realmente en peligro la operación, tal vez por eso se precipitaron los acontecimientos. Nadie contaba con que Suárez no entrara en el asunto., y además lo de la OTAN, no estaba dentro de sus planes. Y dicen por ahí que hubo que utilizar “métodos de disuasión de probada eficacia” (utilizare este eufemismo) para que no hablará más de lo debido.  No me extraña que el pobre hombre haya perdido la memoria, hay cosas tan terribles que es mejor no recordarlas. Nadie sabe lo que valdría un libro de memorias escrito por el expresidente.  Es posible pensar también que el Rey no sabia nada, cuanto menos supiera mejor que mejor, para que así el impacto fuera mas creíble, y así parece que se hizo, se le dejo totalmente al margen hasta la noche de autos.

Cuando llego el día y la hora señalados, por supuesto ya estaban intervenidos todos los teléfonos precisos y necesarios, y fue como un juego de niños cruzar las llamadas entre los conspiradores, intoxicar las órdenes, llenar de confusión a los participantes en “aquello”. Vimos por televisión el desarrollo perfecto del plan previsto. Tejero estuvo “formidable” en su papel de protagonista de un pronunciamiento del siglo XIX. Incluso esa entrada del marino Camilo Meléndez, vestido de uniforme, con órdenes de apoyar a Tejero y coadyuvar a la salvación de España. Milans también picó, como en tiempos su padre, su abuelo, su bisabuelo y su tatarabuelo. La divisa familiar era; no te retires sin haber dado un golpe de estado. Fantástico, el operativo ya estaba hecho, y los efectos no se dejaron esperar. La sociedad española se sentó delante de la televisión o se pego a la radio para ver y escuchar. Era importantísimo que todo el mundo lo viera, así que se siguieron técnicas y recursos como los que utilizaba Hitchock en sus películas, estirando la tensión, retorciendo el tiempo, con el fin de conseguir angustiar más y más al espectador. Cuando se consideró que el efecto buscado estaba plenamente obtenido “alguien” deslizó un papel entre las manos del rey y lo pusieron delante de una cámara. Aquel final feliz era algo sospechoso pero con una ciudadanía a la que no le llegaba la camisa al cuerpo funcionó. La democracia estaba salvada, Don Juan Carlos era un héroe, la gente de izquierda, con los nervios destrozados, rebajó sus expectativas. González podía llegar al poder. Con aquella vacuna no habría enfermedad grave. OTAN si. Todos podían irse a dormir, incluidos los dueños del imperio, que ya saben ustedes quienes son.

Pasaron muchas más cosas, pero no les voy a aburrir contándolas, porque, con el tiempo ya vendrán otros mas listos y mejor colocados que yo que se  las cuenten. Dicen que la democracia se consolido desde entonces, pero la monarquía más, cosa curiosa, ya que la monarquía, a día de hoy,  es la única institución que no es elegida democráticamente por el pueblo, frente a los tres poderes del estado. Sin embargo, parece ser que sigue sirviendo para tranquilizar  un miedo absurdo que sigue latente en la sociedad española, y es a que la momia se levante. Por eso amigos, hay que darle publicidad y alharaca en los medios a este aniversario, aunque para algunos como yo, solo sea la conmemoración de un hábil manejo. Yo prefiero seguir recordando que el 23 de Febrero  se cumplen años del entierro en Collioure del poeta Antonio Machado, que decía eso de: “una de las dos Españas ha de helarte el corazón”. Pobre, se equivocaba, no hay dos Españas, y el corazón nos lo hielan otros que vienen de fuera.

Son las tres y media de tarde. Llueve levemente en Pozuelo y la temperatura exterior es de 9 grados. Es una pena que no hubiera por entoces Wikileaks, porque sabríamos mucho más de todo esto