Pablo Neruda … los pies de barro

A veces cuando se trata de una persona famosa o de un icono de la cultura, de la música o de la ciencia, preferimos no saber más de él que lo que encontramos en su propia obra. No queremos estar al corriente de sus defectos, no queremos conocer su lado oscuro, pero por mucho que queramos mirar para otro lado, me temo que algunos lo tienen. Y en el caso de la relación de estos hombres icónicos con las mujeres hay mucha oscuridad. Parece que ya solo con su obra estén por encima del bien y del mal, que nadie se va a atrever a juzgarlos, que nadie se va aventurar a ponerlos en su lugar.

Hace unos días escribía sobre la memoria histórica de las mujeres, y hoy vuelvo sobre ello desde otra faceta, la de los grandes salvados por su aureola de éxito, que han dejado mujeres dañadas de las que nadie habla.

Les voy a contar brevemente por ejemplo el caso de Pablo Neruda, escritor y premio nobel. Si leen ustedes con detalles su libro de memorias CONFIESO QUE HE VIVIDO, encontraran que él mismo, y sin ningún pudor, nos cuenta como violo a una mujer. Sin embargo, a día de hoy la crítica y los hombres y mujeres que leen su obra, siguen prefiriendo seguir ignorando este abuso, y enmarcarlo dentro del estilo literario, como si estuviesen leyendo la descripción de un paisaje o de un sentimiento. Ya saben, un hombre que escribe bien y con estilo, puede contar las cosas de una manera tan sutil que hasta nos puede pasar desapercibido cuando lo leemos.

Les transcribo el fragmento de CONFIESO QUE HE VIVIDO donde Pablo Neruda confiesa como llevo a cabo una violación:

“Una mañana, decidido a todo, la tomé fuertemente de la muñeca y la miré cara a cara. No había idioma alguno en que pudiera hablarle. Se dejó conducir por mí sin una sonrisa y pronto estuvo desnuda sobre mi cama. Su delgadísima cintura, sus plenas caderas, las desbordantes copas de sus senos, la hacían igual a las milenarias esculturas del sur de la India. El encuentro fue el de un hombre con una estatua. Permaneció todo el tiempo con sus ojos abiertos, impasible. Hacía bien en despreciarme. No se repitió la experiencia.”

El, entonces era cónsul el Sri Lanka, allá por el año 1922 del pasado siglo. La mujer a la que violó quedo en el anonimato. Solo sabemos que era una limpiadora que llevaba a cabo los quehaceres domésticos en su habitación y que él observaba a diario. En el relato Neruda explica que después de intentar varias veces mantener una relación con ella y dada sus negativas, opto por violarla.

No piensen ustedes que está en mi ánimo desmontar el trabajo literario de Pablo Neruda. Nada más lejos, pero la historia hay que dejarla clara de una vez por todas, para que la memoria histórica universal de las mujeres quede en su lugar y no olvidar que la desigualdad, el machismo, la violencia y el abuso ha estado presente a lo largo de todos los tiempos generando una cultura del machismo y la violación, de la que, si no sabemos nada, difícilmente podremos combatirla.

Eso de que la historia hace justicia es algo que de momento no vale para las mujeres.

Son las nueve de la mañana. No llueve en Pozuelo y la temperatura exterior es de 20 grados

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