Escribir de una manera habitual es algo que para todos los seres humanos debería ser imprescindible y siempre tendríamos que encontrar un momento para hacerlo. Claro que eso supone también que también deberíamos leer, cosa que cada vez hacemos menos.
Escribir nos cambia, nos hace profundizar en los asuntos y desde el momento que una persona se pone al teclado o al papel y plasma una idea que ronda por su cabeza, y que hasta ese momento no se había materializado, puede darse cuenta que a partir de ahí, la idea no solo es una realidad y ha dejado de ser una entelequia, sino que además la maduración de esa idea con el fin de escribirla hace que la enfoquemos de una manera distinta, razonándola y haciéndonos a la vez mucho más maduros.
Como decía antes, desde luego para escribir hay que saber leer y tener costumbre de leer, y no me refiero a juntar letras o pasar de un vistazo un párrafo, o un escrito, o mirar por encima titulares de un periódico. Hay que leer de verdad, entendiendo y meditando todo aquello que esta escrito, desechando la lectura vertical, fomentando la lectura meditada, aficionándose a releer libros y tomarse su tiempo para hacerlo. La prisa es mala consejera para la lectura y para la escritura. Leer y escribir son placeres y supone una tensión mental, que nos ayuda a centrarnos en la materia de la escritura, haciendo que nos alejemos de cualquier otra preocupación que nos ocupe. Es como hacer ejercicio físico, produce los mismos beneficios.
Escribir alivia, conforma el pensamiento, lo talla, lo nutre, es tremendamente barato y está al alcance de todos. No hace falta ni siquiera hacerlo bien, basta con hacerlo y compartir la idea con otros aunque sea de una manera tosca.
Además hay muchos temas sobre los que uno puede hacerlo, por ejemplo, sobre política. Todo el mundo tiene una opinión sobre como se debe gobernar un país, y que es lo que se debe o no se debe hacer, sobre quien lo hace bien o lo hace mal, o de cómo deben ser las estructuras políticas de un país para que funcione medianamente. Pues bien ese es un tema. Pero hay muchos más, muchísimos. Hay infinidad de temas comunes y que manejamos con desparpajo, sin habernos puesto a pensar ni un instante qué significa eso que decimos y constantemente manoseamos.
No hay que ser un experto, ni un erudito para escribir, basta con pensar, y eso lo hacemos todos, todos los días de nuestra vida. Si todos o la mayoría de los seres que habitamos este planeta escribiéramos todos los días, evitaríamos muchos de los problemas que existen y que nos acucian, y haríamos frente a algunos que manejan el arte de hilar palabras pero que la mayoría de las veces no solo no dicen nada, sino que nos alientan desde ellas al enfrentamiento, o nos embargan de miedos y de mensajes apocalípticos. Escribiendo es como mejor se consigue descubrir que tras ellos casi siempre hay muy poco, por no decir vacío, y que sin embargo al son de sus escritos se acaba a menudo destruyendo, invadiendo, matando, desestabilizando y odiando… No sólo en los países subdesarrollados sino también en países como el nuestro donde la libertad y la cultura están al alcance de todos.
Por eso en este 2011 que empieza, animo a todos lo que leáis este blog a escribir y publicar en Internet. La tecnología ha hecho que el hecho de escribir y publicar sea tremendamente fácil, así que debemos aprovecharlo y si todos dedicáramos un poco de nuestro tiempo a concentrarnos en la escritura, estoy segura que el mundo cambiaría, o por lo menos cada unos de nuestros pequeños mundos en los que habitamos día a día. Supondría un salto más en la evolución del ser humano y nos haría mejores y menos vulnerables. De todo esto estoy más que segura.
Son las doce y cuarto de la mañana. No llueve en Aravaca y la temperatura exterior es de 11 grados. Hoy escribo esto para no pensar en otras cosas terribles que me circundan en estos días, y no os podéis imaginar como alivia. Es mucho mejor que el lexatin, y desde luego mucho más sano.